El dolor,
la rabia, la indignación también llegó a Hermosillo, Sonora, haciendo que los
jóvenes de la universidad se levantaran del letargo en que durante muchos años
habían estado.
La protesta
inicia con una convocatoria para una marcha por un grupo de jóvenes que se
agrupan en el colectivo Lxs Errantes, que pronto es revesado por la
movilización universitaria, surgen representantes de escuela y forman la
Asamblea Estudiantil Universitaria convocando a un paro activo durante 48
horas, durante el primer día el paro es total, se realizan movilizaciones para
que las escuelas y grupos que no hay suspendido clases lo hagan, hay
conferencias y foros de debate, cine, marchas y un performance que impacta.
En los
siguientes días las movilizaciones continúan, desgraciadamente casi todas
centradas en la Universidad de Sonora, las otras universidades públicas y las
normales no participan o lo hacen de manera muy marginal.
El día 5 de
noviembre la Asamblea Estudiantil Universitaria de la UniSon resuelve parar la
Universidad durante 72 horas, en el trascurso del primer día de movilización el
Rector saca un desplegado excluyendo de la Universidad a los jóvenes movilizados,
estos reaccionan formando una barricada en las escaleras de Rectoría hasta que
el Rector dialogue con ellos, declare que todos son universitarios y de su
posición en relación a al asesinato de tres y la desaparición de 43 normalistas.
El dolor,
la rabia, la frustración, la indignación, por supuesto que es por los
lamentables hechos de Ayotzinapa, pero esto es la gota que derramó el vaso, lo
que hace que los jóvenes se encabronen y no les cause terror y se retraigan
como en casos similares es que descubren, es que se dan cuenta, que no es el
narco. La toma de conciencia ilumina el panorama poniendo de manifiesto que no
es el narco, que es el Estado, que el gobierno que durante años nos les dijo
que él era su defensor, que era el que garantizaba su derecho a la vida es el
que los está matando.
En efecto
es el Estado el que mató a 3 y desapareció a 43 más en Ayotzinapa, pero también
es el Estado el que fusiló a 18 jóvenes en Tlataya, y a medida que el pueblo
despierta o que ya no quiera seguir manteniéndose con los ojos cerrados se va
dándose cuenta, va tomando conciencia, que es el Estado el que puso al narco a
su servicio.
No es el
narco el que infiltró al Estado y por tanto la cantaleta del gobierno de que
hay que luchar contra la corrupción y contra la inseguridad no es más que eso,
una cantaleta, un engaño.
Es el
Estado burgués el que puso el narco a su servicio para que haga la guerra sucia
contra el pueblo, es el narco el que ahora hace el trabajo que en la década de
los setenta del siglo pasado hacía Miguel Nazar Haro y la tenebrosa
Dirección Federal de Seguridad, pero superó la experiencia no únicamente mata a
quien estorba al sistema capitalista neoliberal, no únicamente el gobierno puso
el narco a su servicio, también la burguesía se aprovecha y utiliza al narco,
no porque los señores burgueses anden tirando droga, ya viéramos a Slim o
Larrea de tiradores o burreros, no, la burguesía utiliza al narco para
despoblar los territorios.
El papel que el capitalismo mundial le asignó a países como
el nuestro es el de ser proveedores de materias primas, principalmente todo
tipo de minerales que en los países centrales no hay o no les permiten
extráelos de forma rentable, de petróleo, gas, productos maderables o
plantaciones de monocultivos como soya, palma africana o eucalipto.
El problema es que son territorios poblados y a su
pobladores no les interesa la minería,
ni los monocultivos o consideran a los territorios sagrados. Cuando los
pobladores dicen no al extractivismo la violencia se desata, aparecen los
narcos, pero no es el narco que siembra marihuana o amapola, no, es otro tipo
de narco, es un narco que hace acciones muy violentas como secuestro con
asesinato, robo de muchachas y niñas, robo de cosechas, parcelas y ganado, pero
sobre todo asesinando por nada, entre los muertos invariablemente están los
luchadores sociales, donde el Estado únicamente mira, no hace nada, ni siquiera
recoge y cuantifica los muertos, ya que cuando se cotejan las estadísticas de
la PGR con lo que dicen y saben los paisanos hay una diferencia sustancial.
El narco,
al servicio del Estado no únicamente se encarga de hacer la guerra sucia que
hacía Nazar Haro, ahora también se encarga eliminar a los luchadores sociales, despoblar
territorios para que las mineras de los gentleman canadienses, chinos,
estadounidenses, mexicanos como Slim, Larrea, Bailléres, puedan operar sin molestia y mantener la población
aterrorizada.
Pero no únicamente
se dieron cuenta de que fue el Estado, también les cayó el veinte de que toda
la clase política está metida en el ajo. Tal vez pocos dudaban de que el PRI, PAN,
Verde, Panal estaban infiltrados por el narco, pero lo que molesta e indigna,
lo que hace que los jóvenes se sientan burlados, es enterarse, tomar
conciencia, que hasta la izquierda ha sido controlada por el narco y no solo el
PRD sino hasta Morena que navega con la bandera de la honradez. Si no pasan los
lamentables hechos de Ayotzinapa un narco postulado por Morena hubiera sido gobernador
del estado de Guerrero, esa es la indignación de los jóvenes que los hace
repudiar los partidos políticos electorales.
Cuando ven que todos
son parte del problema es lo que los hace afirmar con decisión y convicción
¡¡¡Es el Estado!!!
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